La chica del tren es un buen
libro de una autora norteamericana: Paula Hawkins. No creo que la mayoría de la
gente logre imaginar si quiera el final a la mitad del libro (como me pasó a mí
que casi al finalizar el libro tuve un chispazo del desenlace). Narra la
historia de Rachel después de su rompimiento con Tom, el ex que después de
haber “sufrido” su adicción al alcohol y demás manías incómodas, había decidido
dejarla por Anna. Luego de la mitad del libro se entiende que Tom había
dominado y engañado completamente a Rachel, haciéndole pensar que ella era la
que tenía un pésimo comportamiento en público y privado, lavándole el cerebro,
valiéndose de su adicción a la bebida, permitiéndole engañarla con otras
mujeres y llevar la vida “tranquila” que deseaba. Por su parte Anna resulta ser
una vendedora de casas que simplemente se encontró con Tom y, pues, luego de un
romance, se queda como nueva esposa, incluyendo una hija entre los dos. Esto
último también es un detonante para la mente de Rachel puesto que ella no puede
tener hijos y esto la hace estar obsesionada con la nueva pareja de su ex. Vale
destacar que su infertilidad fue lo que la condujo principalmente al
alcoholismo.
La novela se desenvuelve entorno
a Rachel. Aunque son tres personas las que relatan su día a día cada cierto
tiempo, todas se referirán de una manera u otra a los sucesos relacionados con
la vida de Rachel. Las expresiones se hacen muy naturales y la secuencia de
ideas captura al lector interesado en leer una buena novela de mujeres
básicamente. Bueno, la tercera protagonista es Megan. Vivió una juventud muy
dramática luego de escaparse de casa con un hombre mucho mayor que ella,
resultando que este hombre la abandonó luego de que se enterara que ahogó a su
hijo (sin intención alguna) mientras tomaba un baño. Sola y sin ningún apoyo,
se dedicó a múltiples oficios como prostituta o trabajadora en restaurantes de
comida rápida. Luego de ello encontró un soporte psicológico en Scott: un
hombre de fuerte carácter que lleva una vida regular y le brinda el cariño que
ella necesita. A su lado continúa su vida sin atreverse a tener un nuevo hijo y
habitando una casa cercana a la que tenía Rachel con Tom (y que ahora Tom
comparte con Anna).
Luego de un tiempo Rachel pierde
su nuevo trabajo, pero avergonzada por lo que podría decir la amiga que le
alquila un cuarto, simula que continúa yendo al trabajo, tomando el tren día a
día, de ahí es que nace el nombre y que comienza el nudo de la historia.
Intrigada por lo que pasará en las vidas de Scott con Megan y Tom con Anna,
decide dar paseos esporádicos por las calles en las que antes paseaba. Anna la
descubre y se arma un gran lío, involucrando momentáneamente a la policía. Todo
hubiese pasado rápidamente si no fuera por el inoportuno alcoholismo de Rachel
que la hace poco confiable e incluso peligrosa. Todo esto desemboca en un
intento de robo del bebé de Anna por parte de Rachel y días después a la
desaparición impensada de Megan.
En ese punto, la historia pasa de
ser un drama a una novela detectivesca. Las preguntas de Rachel y los demás
personajes se concentran en qué habrá pasado con Megan y quién puede ser el
culpable. Se torna muy interesante puesto que surge como primera opción fallida
el psicólogo de Megan con el que tenía un romance. La única que vio esto fue
Rachel a través del tren. Durante esta etapa Scott brinda una actitud algo esotérica
porque parece no convencerse de que él fuera la causa de la desaparición, sino
que él mismo oculta una causa más convincente sin llegar a decirlo. Anna no se
inmuta ante esto y su parte de la historia se basa en estar preocupada
solamente por su bebé y lo que pueda hacer la peligrosa Rachel los próximos
días. Es difícil descifrar entonces quién es el culpable de la desaparición o
si ella misma se largó. La policía toma un papel un tanto superficial y a ratos
parece aceptar que debido a la historia anterior de la desaparecida es muy
probable que ella misma haya decidido irse sin más. Durante esta etapa Rachel
se involucra mucho más con Tom puesto que algo le pasó la noche anterior a la desaparición
de Megan, pero que no logra recordar con claridad y solo vagos detalles como
que vio a Tom y Anna ese día mientras estaba ebria.
El resultado lo contará la propia
Megan en una sucesión de hechos solo contados oralmente y que la autora habrá
preferido colocar para darle un toque fantasioso a la novela. Ella se escapó
porque Scott, al enterarse de su romance con alguien más, le increpó duramente su
actitud, agrediéndola físicamente inclusive. Megan, que previamente había
meditado sobre su nueva situación, decidió que debía aclarar las cosas de una
vez por todas y decirle a Scott que estaba embarazada, pero no de él. Pensó que
sería lo mejor para no tener que huir y complicar aún más su vida, pero la
reacción de Scott al enterarse del engaño le impidió contárselo. Al día
siguiente huye de la casa y busca inmediatamente al padre de su hijo: Tom.
Tuvieron un romance un tiempo atrás y ella resultó embarazada sin darse cuenta.
A pesar de que ya había terminado toda su relación, ella creyó conveniente
conversarlo con él para que asuman los roles de padres separados. A Tom no le
agrada nada esa propuesta y la lleva, a través de engaños, a su muerte en un
bosque lejos de la ciudad, luego de haber lastimado a Rachel la noche anterior
mientras estaba ebria.
La mentira se descubre a través
de Anna que encuentra un celular de Megan en un bolso escondido de Tom. Luego
de meditarlo varias veces se da cuenta de la situación, pero solo se convence
una vez que ve a Rachel acercarse hacia su casa rápidamente a través del
jardín. Al principio se asusta, pero luego la acepta porque cree que ella
también lo ha descubierto y, en efecto, Rachel luego de días de esforzarse por
recordar lo sucedido concluye que Tom ha sido el culpable y que ha tratado de
cubrirlo todo a través de mentiras. Ambas esperan a Tom dentro de la casa, pero
a la llegada de este, Anna toma una posición neutral y deja sola a Rachel en el
enfrentamiento verbal en el que Tom toma ventaja por su contextura física. Luego
de conversar largo rato, Rachel es agredida, pero luego escapa hacia el jardín
y, siendo alcanzada por Tom, le clava un sacacorchos en la garganta que lo
lanza al suelo y que no lo mata, pero que lo deja preparado para el remate que
hará Anna hundiendo mucho más la herramienta.
Es una muy buena novela porque no
es evidente el desenlace y la prosa de Paula Hawkins es continua, sin remilgos
de gramática y con diálogos que cautivan al lector. La recomiendo.
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