Recientemente acabo de leer “Padre Rico, Padre Pobre”. Ha
influenciado en mi visión del futuro. Soy un recién egresado. Anteriormente yo
estaba seguro de que quería terminar la universidad, trabajar alrededor de dos
años y luego ir a estudiar el doctorado. Ahora no estoy seguro de lo que quiero
hacer (esto fue lo que menguó mi última entrevista para prácticas) porque por un
lado me parece genial la idea de obtener más dinero invirtiendo y trabajando
tradicionalmente menos, pero por otro lado la oportunidad de estudios y viaje a
USA es muy atractiva y encaja con mi proyecto de familia. Lo que sí está más
claro (aunque no al 100%) es que no deseo trabajar para alguien por el resto de
mi vida. Es bastante lógico ya que todo el esfuerzo que haría por la empresa de
alguien más, podría hacerlo con más ganas por mi propio emprendimiento. Sin
embargo, quiero que las cosas salgan bien, y en estos días que ando descansando
después de haber terminado muy bien los cursos (primer puesto) estoy tratando
de pensar en lo que haré por el resto de mi vida. Tengo muchos sueños, pero
ando algo desorientado y no quiero solo seguir la corriente.
Quizás muchos se identifiquen con mi situación. Antes de
leer el libro, tenía gran parte de mi proyecto a mediano plazo muy claro. Ahora
todo se ha mezclado. Si bien es cierto que tengo miedo, es mejor saber que hay
más opciones de las que uno conoce, y que esto puede mejorar tu vida futura.
Justamente sobre la vida al futuro es de lo que trata el libro. Tradicionalmente
la gente trabaja duro por mucho tiempo, ahorra dinero, lo utiliza para
“invertir” en una casa, carro o viaje y luego vive del dinero sobrante que se
repartirá en forma de pensión o, si es que estuvo afiliado a un Sistema de
Pensiones, vivirá de lo que el estado o una AFP le dé. Esto se aplica para la
mayoría de personas. Es difícil quitarse el chip. Lo digo porque esto me han
inculcado mis padres desde que tengo uso de razón. Es más difícil aún porque
solo son unos cuantos los que conocen el tema y la gran mayoría trabaja para
ellos. Creo que en general el libro clasifica a las personas en tres categorías:
los inversionistas, los empresarios, los empleados – consumidores. Los dos
primeros dirigen el juego con sus propias reglas y el último se “divierte” con
el juego. Kiyosaki ejemplifica la vida económica como si fuese una “carrera de
ratas” en la que el que no sepa salir de ella terminará inevitablemente en un
aprieto económico final. Los inversionistas y empresarios crean dinero
utilizando el dinero que ya tienen; los primeros lo invierten en sus negocios
como: acciones, bonos, fondos de inversión, etc., mientras que los segundos
crean una empresa (o varias) a través de los cuales dan productos o servicios
que les regresan grandes cantidades de dinero (aquí tenemos a los grandes
ejemplos como Steve Jobs o Bill Gates). Los empleados trabajan para los
anteriores, y con mucho orgullo si es que la corporación o empresa es de
renombre. Lo que regularmente pasa con ellos es que trabajan bastante, compran
lo que siempre quisieron comprar adquiriendo deudas, obtienen un ascenso, se
casan, van a reuniones sociales y mejoran su estilo de vida a consta de su
esfuerzo. Pronto tienen hijos y/o más responsabilidades y cada vez más se van
aislando en una rutina maquillada por el buen estilo de vida. Tendrán suerte si
la empresa se mantiene trabajando por todo el tiempo que ellos estén allí y
finalmente reciban una jugosa liquidación o pensión, de lo contrario, cuando la
empresa ande en problemas ellos también tendrán problemas y no podrán iniciar
el camino por sí solos porque ya han pasado mucho tiempo trabajando para los
inversionistas o empresarios. Por esto, es recomendable que a la par que
trabajen, vayan realizando sus propias inversiones o vayan creando su empresa,
de tal manera que algún día puedan ser independientes o, si es que hay alguna
caída no dependan del empleador, sino de ellos mismos.
Sin embargo, algo que no menciona Kiyosaki es el impacto,
sacrificio y penas que trae consigo el ser un inversionista o empresario. Ya
que siendo un inversionista uno técnicamente solo compra y vende cosas, sin ser
dueño duradero de algo, no hay un beneficio directo para la sociedad a menos de
que crees una fundación para ayudar a los más necesitados, y probablemente, si
estudiaste biología o física, poco se aplique lo que estudiaste. A la vez, si
eres un empresario y tienes sueños de formar una familia y disfrutar plenamente
todos los días juntos, puede que sea bastante complicado si no tienes bastante
riqueza, a la par que requiere bastante sacrificio y perseverancia.
Trabajar para el estado es una buena idea si te entretiene
la burocracia, no te gustan los riegos y posees poco autocontrol financiero. Pero
eso es una decisión personal. Lo importante es estar cómodo y contento con lo
que hagas, balanceando tu vida personal con la vida laboral para que de viejo
no digas “me arrepiento de haber trabajado tanto” ni “qué hubiese pasado si…”.
Por mi parte, me inclino a trabajar por ahora, ahorrar dinero, invertirlo tanto
como pueda, obtener más dinero, ir trabajando en un proyecto de empresa y
disfrutar mi juventud. Ando tan preocupado como muchos de ustedes.
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