Está nervioso. Vira la cabeza de un lado a otro tratando de encontrar una respuesta a su problema. Su mente es un lío, una mezcolanza de duda y olvido. Está perturbado hasta los huesos, no es para menos, quizá si la noche anterior se hubiera manifestado un milagroso ángel de la guarda, incluso si no fuese el suyo, tendría más posibilidades de sortear su tribulación. Lamenta ser tan estúpido y distraído. Había ya una condena si volvía a fracasar, esa amenaza le roza la piel, las orejas, escabulléndose entre los que podían llamarse ojos de cuy agitado. Sin embargo, pese a todo ello, está empecinado en no hundirse, ya sea por un medio o por otro, al fin y al cabo, para él, no son los caminos importantes sino el destino. Esta es siempre una motivación arriesgada pues es posible incurrir en una grave falta que difícilmente desaparecerá, antes bien, acompañará al desgraciado hasta el fin de sus días, hincándole con la saeta de la ética en el lugar más recóndito del alma. Al menos, por ahora...
Un espacio donde comentaré sobre todo tipo de cosas: libros, experiencias, proyectos frustrados, buenos lugares de comida y cualquier cosa que me parezca interesante de escribir.